martes, 19 de enero de 2010

La Ilustración en España

Gregorio Mayáns

Celestino Mutis

Jorge Juan

El siglo XVIII supuso un cambio importante en las pautas de la cultura española, paralelo a las reformas que el espíritu del Despotismo Ilustrado había introducido en otros ámbitos de la vida social y económica. Uno de los principios de la Ilustración era precisamente la necesidad de impulsar la educación como instrumento para extender la razón y a través de ella , el progreso social. Los intelectuales y políticos que personificaron el movimiento ilustrado en España, eran partidarios de una reforma educativa que permitiera a la población la adquisición de los conocimientos necesarios para el desarrollo del país (Campomanes, Jovellanos). Esta inquietud vino también a favorecer la vida cultural, la investigación científica y la apertura de la cultura española a las corrientes europeas de la época.

El objetivo de los ilustrados no era conseguir la felicidad del individuo, sino sacar al país de su atraso económico y evitar así las crisis de subsistencias, la dependencia del exterior y la debilidad política en que se hallaba el país. El avance educativo y científico eran necesarios para elevar a España al papel que le “correspondía en Europa y en el mundo”.

De ahí derivará la separación radical entre cultura popular y cultura oficial. La primera, sumida en el oscurantismo, la tradición , el analfabetismo de la inmensa mayoría y sobre la que la Iglesia ejercía un dominio total, era la del pueblo llano; la segunda, era la de los grandes pensadores y literatos, que sí experimenta un florecimiento en la segunda mitad del siglo. La cultura de la Ilustración es un movimiento cultural de minorías: se dirige a las élites de la aristocracia y de la burguesía más pudiente, a quienes se consideraba capaces de contribuir al desarrollo económico y en quienes se confía para evitar que las ideas ilustradas puedan derivar hacia posiciones políticas y religiosas peligrosas o revolucionarias. Tal análisis es permitido siempre que no se cuestione ni el sistema político ni los privilegios y exclusividad de la Iglesia Católica. Mayáns o Feijoo denunciaron el atraso y anquilosamiento del sistema educativo, la falta de reflexión y de crítica y la imposición de una verdad oficial; propusieron la adopción de la física y la filosofía modernas, la reflexión y la experimentación como métodos científicos.

Los intelectuales modernos o novatores eran una minoría: ni las universidades eran capaces de aceptar y difundir los principios de la revolución científica, ni había instituciones o grupos económicos que los respaldaran. Será en el reinado de Carlos III, y sobre todo, en el de Carlos IV, cuando se produzcan los mayores hitos de apertura y de logros. Elemento clave será la reforma de la enseñanza, haciéndose hincapié en las enseñanzas “prácticas”. Se crean las Academias (Lengua, Historia, Jurisprudencia); Escuelas (Matemáticas, Caminos, Puentes y Canales, Instituto de minas, laboratorio de Química) centros de investigación (Jardín Botánico, Real Gabinete de Historia Natural, los diversos observatorios astronómicos). Se impulsaron las expediciones científicas, patrocinadas por la Corona (Expedición a Ecuador de Jorge Juan y Antonio de Ulloa,; la labor científica de Celestino Mutis y Casimiro Gómez en Botánica) .

En las letras destaca la segunda mitad de la centuria; en la primera, como estrella solitaria, el padre Feijóo y junto a él, al ya citado Mayáns, humanista valenciano que investigó la historiografía española, librándola de leyendas. En el campo del pensamiento, destacan Campomanes y Jovellanos, que compatibilizaron su preocupación política con su carrera literaria.
Como prosistas, Cadalso (Cartas Marruecas) , Meléndez Valdés, Alberto Lista y Manuel José Quintana. En el teatro, Leandro Fernández de Moratín ( El sí de las niñas, pieza teatral que denuncia las costumbres sociales de la aristocracia),

En la arquitectura , los primeros años serán plenamente barrocos ; José de Ribera ( Hospicio de Madrid, Puente de Toledo) o los Churriguera (Plaza Mayor de Salamanca). Con los Borbones se inicia un período de grandes proyectos constructivos y decorativos, para los que se trae de Italia y Francia pintores y arquitectos: Juvara, Sachetti, Sabatini, Tiépolo, Rafael Mengs, Giaquinto. Ellos introducen el clasicismo en España a través de la Academia de San Fernando, siendo los autores de los Palacios Reales: Madrid, Aranjuez, La Granja. A la vez, para surtir de muebles, tapices y objetos decorativos a los Reales Sitios la monarquía funda las Reales Fábricas (Tapices, Vidrio, Porcelana,..) Carlos III emprende una ambiciosa obra; el embellecimiento de Madrid. La Puerta de Alcalá, el Ministerio de Hacienda , (Sabatini); el Palacio de Liria, y el diseño del Paseo del Prado con sus tres fuentes (Ventura Rodríguez), la reordenación del mismo con el Gabinete de Historia Natural (actual Museo del Prado) , el Jardín Botánico y el Observatorio astronómico ( Juan de Villanueva).

En pintura, la ausencia de artistas autóctonos fue sustituida por extranjeros como Van Loo, Tiépolo o Rafael Mengs. Este último influyó en artistas españoles, que en la segunda mitad del siglo sustituyó a los foráneos: Luis Paret, Salvador Maella o Francisco Bayeu.

Pero, por encima de todos, destaca la figura de Francisco de Goya. Realiza cartones para tapices, retratos de la familia real y de la aristocracia, así como de políticos e intelectuales de los círculos ilustrados en los cuales se movía. La sordera le provoca una gran amargura, realiza dibujos y grabados de género, entre los que destaca la serie “ Los caprichos”.

Durante la Guerra de la Independencia, permaneció en Madrid y colaboró con los franceses. A esta etapa corresponden: “Los desastres de la guerra”, “El dos de mayo” y “ Los fusilamientos del tres mayo”. Tras el regreso de Fernando VII, se retira a su casa de la Quinta del Sordo , donde realiza las “pinturas negras”, precedente del expresionismo del siglo XX. En 1824, y tras el fracaso del Trienio Liberal, consigue la autorización real para marcharse de España . En Burdeos, donde muere en 1828, pintó “ La lechera de Burdeos”, en la que se apuntan elementos técnicos precursores de la pintura impresionista .

En música, destacan Scarlatti, Luigi Bocherini, Antonio Soler y el famoso cantante Farinelli

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